miércoles, 28 de octubre de 2015

De pruebas y diagnósticos escolares

Recientemente la escuela en donde laboro empezó un proceso de duelo académico. Habían llegado los resultados de la prueba ENLACE para la educación media superior y lamentablemente habíamos caído de nuestro privilegiado y cotizado espacio en el podio regional.

     Manos cubrieron bocas, el oxígeno disminuyó momentáneamente, los mentones envejecieron, los ojos en la junta de coordinadores buscaron culpables que se dieran golpes en el pecho diciendo por mi culpa, por mi culpa y las cabezas negaban creencia y aprobación con un vaivén de armoniosa penumbra.

     Continuaron las preguntas ¿Qué escuelas tenían la osadía de desbancarnos tan groseramente? ¿Qué nos había sucedido? ¿Estudiarían los jóvenes? ¿Se preparó algún curso anticipadamente? ¿Se darían clases especiales a los alumnos de las otras escuelas?

     Sí, eso ha de haber sido, les han de haber dado clases extras, hormonas y vitaminas especiales en los burritos de las tienditas, inyecciones neuronales con Gatorade dentro que los ayudó a obtener un mejor porcentaje. Y nosotros, sumamente confiados, nos dimos a la tarea de solo dar clases y confiar en que los alumnos asimilarían toda la información y lograrían desplazarla sobre el examen con agilidad y destreza. Eso seguramente es lo que sucedió.

     Me pregunto si estuviéramos tomando la misma postura si hubiéramos mantenido nuestra posición o adquirido una mejor. Seguramente solo hubiéramos comentado orgullosos que íbamos por buen camino y hubiéramos seguido con el día a día de la escuela, confiados, como en años anteriores, de que ahí nos quedaríamos por siempre.

     Por supuesto me uno a la pena de mi escuela pero como promotora de lectura me son preocupantes este tipo de evaluaciones nacionales que pretenden homologar el conocimiento.

     Sabemos (los promotores) que confundir redacción, rapidez lectora y análisis de estructura narrativa, con habilidad de lectura es un peligro y un mal que se ha propagado por todas las escuelas. Eso del utilitarismo curricular es un monstruo que acecha al libro literario desde hace siglos y más que crear lectores ha logrado a cambio disuadirlos de tomar un libro en horarios extraescolares o al término de la vida académica.

     Me preocupa que se intente meter a todo mundo por un mismo embudo evaluatorio en el que el tipo de preguntas realizadas solo genera respuestas denotativas como ¿de qué color era la capa de la niña? ¿roja? ¿verde? ¿azul? (no busquen la pregunta en el examen, no se encuentra).

     Sí, lo sé, estamos hablando de planes educativos de una escuela, constituida por una serie de lineamientos institucionales, estructuras didácticas y de parámetros evaluatorios. Muy diferente a los objetivos de promoción lectora lúdica y afectiva de un mediador donde nuestro enfoque es motivar el hábito y gusto lector, y logramos la plena apreciación de la obra a través de actividades grupales, artísticas y de creación literaria. Actividades que creo yo, van más allá de un examen de opción múltiple... pero esa soy yo.

     Les platicaba en otra entrada que aparte de promotora soy docente. Mi día se llena de términos literarios como hipérbaton, hipérboles, retruécano, etc. Pero entre hablar de teoría procuro contagiarlos de literatura. Se me ha hecho costumbre por ejemplo pedirles que guarden silencio con la frase "me gusta cuando callas porque estas como ausente" y me ha tocado escuchar a uno que otro repetir la frase. Empiezo mi clase leyéndoles su futuro literario y tiendo a perder el ritmo didáctico y pragmático porque les narro los ejemplos literarios que vienen en su texto. Cierto día vimos la definición de epopeya (2 minutos de lectura) pero traía como ejemplo la Ilíada y la Odisea y me tomó 30 minutos de narración y comentario de ambas obras.
Tal vez me corran, pero tal vez mis alumnos se lleven más que la definición de epopeya y a cambio se pongan a leer y crear algunas.

     Ciertamente todos quisiéramos que los chicos salieran del proceso académico y hablaran con un lenguaje preciso, estructurado y claro, no lo es así.
Aunque la vida sí es un proceso de aprendizaje constante, la escuela no es la vida, es solo un fragmento de la vida y si bien no va se llevan 50% de lo visto en clase. ¿Alguien mayor de 40 años recuerda su clase de química de secundaria? ¡Sí!? Mis respetos camarada, yo me temo que lo único que recuerdo es que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y lo recuerdo porque me lo dijo Bill Nye The Science Guy.

     Estoy segura que 10% de la población va a estar en desacuerdo conmigo y el 90% totalmente de acuerdo. Para ese 10% los felicito por haber quedado en los primero 10 lugares de la prueba Enlace, no se confíen no obstante, ahí les vamos próximo año el 90%.

Y al estar editando esta nota me encontré esta imagen que elocuentemente lo resume todo. Créditos a Pictoline

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