domingo, 17 de septiembre de 2017

Escombro

Si empiezo a pensar en lo que voy a escribir termino no escribiendo nada. Se le ha metido a mi mente la idea de que lo que tengo que decir tiene menor valor que todas las otras personas que han dicho algo. Creo que se remonta a mi juventud. Fui desde pequeña una niña que tuvo poco que decir y cuando dijo algo muy fervientemente se le silenció porque a los niños no se les escuchaba. Solo se les veía.
       Escribo cuentos sencillos porque la vida es sencilla y solo le hacemos como que queremos complicarla. Nos gustan las cosas complicadas porque queremos darnos importancia pero la vida es bastante lineal si lo pensamos.
       Nacemos, crecemos, si tenemos suerte nos reproducimos y morimos. Es así de fácil.
Solo que hoy nacemos, nos registramos dentro de un pueblo, un país, un continente, nos identifican dentro de un nivel social, un nivel económico, crecemos sintiendo la carga cultural, histórica de un país, encontramos a una persona que tolera lo que decimos buscamos la forma de no reproducirnos con esa persona aunque terminamos haciéndolo por error, seguimos creciendo y envejeciendo hasta que un día, el día en que queremos empezar a disfrutar de la vida nos morimos y dejamos una serie de complicaciones genéticas en el camino cruzado. Lo complicamos todo.
        Me cuesta entonces trabajo “escombrar” un a historia. Llenarla de esos pequeños detalles que complican hasta llegar al final. Tiendo a ser más directa de lo que debiera. A la gente le gusta la vida y las historias llenas de escombros, llenas de detallitos que se acumulen y formen un todo al final. No se vale platicar que un hombre se enamoró de una mujer que lo despreció, pero luego la conquistó y vivieron muy felices. No, eso no sirve. La gente exige que platique sobre como era el hombre, en donde se encontró a la mujer, como era la mujer, por que no lo quería, que hizo el hombre para conquistarla, como y por que se dejó conquistar la mujer y a donde fueron a parar por el resto de sus felices días. Todo eso exige el lector para sentirse satisfecho. Necesitan de los escombros, o mejor dicho necesitan de los órganos, los músculos, la sangre y la piel que sostienen al esqueleto narrado. Complicaciones. Intentémoslo pues…

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