viernes, 3 de febrero de 2012

Ok, here's what happened...

Me encanta leer. Pero debo admitir que no solo leo libros, también soy fan de la televisión. Inclusive algunas veces hago las dos cosas al mismo tiempo y me complace no perderle el paso y el gusto a ninguno de los dos objetos.
Aparte de ser fanática de series de ciencia ficción me gusta ver un programa llamado Monk.
Probablemente ya todos lo conocen pero por si no, les platico que tata sobre un detective que vive en San Francisco que, después de haber perdido a su esposa en un horrendo asesinato, acumula en ya de por si una larga lista de traumas y fobias, toda una gama de condiciones psicológicas que lo dejan inhabilitado para continuar su labor policíaca, que decir de sobrevivir en la vida real.
Después del asesinato de su esposa entonces, se retira del cuerpo de policías y se refugia por un año o más en su casa, hasta que sus amigos le dan fuerzas para continuar como detective privado, asesor de multitud de crímenes que con su típico "Here's what happened" quedan resueltos por él los últimos 5 minutos de cada episodio. El personaje es una combinación de Sherlock Holmes, Hercule Poirot y Rain Man.
En casi toda la serie lucha por recuperarse de sus fobias para poder ser restituido al cuerpo de policías.

Hace días vi por primera vez el episodio en donde se le concede su deseo al Sr. Monk. Le regresan su placa, su pistola y su puesto, y regresa a la estación de policía, feliz y emocionado como niño en su primer día de clases. Con lonchera en mano y toda la cosa.
Pero para su sorpresa descubre que ese puesto soñado, aquel puesto que sostenía en su mente como el máximo deseo de su ser, había perdido el brillo al obtenerlo.
Comprendió entonces que su vida había cambiado y le era imposible adaptarse de nuevo a la vida de escritorio y de subordinación. Por lo tanto regresa a su vida de detective privado, contento de al menos haber re-vivido para contarlo.

¿A donde voy con todo esto?
Es curioso como uno obtiene respuestas de los lugares más inesperados. Algunos seguirán el horóscopo, otros el mensaje de la galletita china, otros abrirán la Biblia en x página y dejaran que su dedo índice toque al asar una frase buscando respuesta para una previa pregunta.
Yo necesitaba una respuesta y curiosa, casi absurdamente la recibí del Sr. Monk, pues estaba pasando por una situación bastante parecida.
Soy promotora de lectura infantil desde hace tiempo. Actividad que se volvió licenciatura y después maestría en promoción lectora. Aunque sabía que cualquier paso tomado en los caminos de la promoción conducirían siempre al mismo punto (la interacción personal entre libro, lector y promotor), he buscado siempre explorar todos los caminos de este fascisante mundo para ampliar mis horizontes y compartirlo con las personas que lo deseen.
Un día veraniego, me ofrecieron un nuevo camino y lo acepté creyendo que seria no solo de mi beneficio, sino del beneficio de muchos otros.
Así como el Sr. Monk, me presenté puesta y dispuesta a iniciar este nuevo recorrido de la mano de compañeros que igual aman la lectura.
Cuan grande fue mi sorpresa que al obtenerlo descubrí que mis pasos eran sobre arena. No solo eso, sino que el camino que me disponía a recorrer tomada de la mano de muchos amigos, ahora se veía desolado y obstaculizado. Descubrí que mi entusiasmo empezó a ser sucumbido por situaciones que terminaron por aniquilarme emocional y económicamente. Y pronto el divertido juego de la lectura y la promoción se convirtió en un trabajo de escritorio.
Me preguntaba qué hacer. ¿Continuar? ¿Dejar el puesto?
Fue ahí cuando apareció (en mi televisor por supuesto) el Sr. Monk. Y en el estar mirando ese episodio me identifiqué claramente.
Decía Oscar Wilde "Hay solo dos tragedias en la vida: una es ser negado de lo que uno quiere, y la otra es obtenerlo".
Incorporo una tragedia más. Dejar ir lo obtenido. Dejarlo ir porque el quedarse con él seria fatal para el auto estima y para la creatividad. Dejarlo solo para que alguien con pies más grandes y fuertes pueda hacerse y ser de provecho.
Retorno a mis viejos pero amigables y productivos caminos de promotora de lectura entonces, e igual que el Sr. Monk, al menos tengo la satisfacción de haberlo vivido para contarlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Darse cuenta o no de algo puede marcar toda la diferencia, según oí de un pensamiento budista. Y como el buen Frost no podía equivocarse, "dos caminos divergían en un bosque y yo, tomé el camino menos concurrido, y eso fue lo que produjo la diferencia", afortunada vos que pudiste encontrar el camino diseñado para tu andanza. O, que me corrija Machado, "caminante, no hay camino...". Excelente blog! Enhorabuena!

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