miércoles, 5 de noviembre de 2014

A manera de diario. Una tijuanense en la FILIJ


Primera entrada:

Ya está aquí una de las fiestas de los libros para niños y jóvenes más importantes de México. La Feria Internacional del Libro Infantil yJuvenil abrirá sus puertas en la ciudad de México por una trigésimo cuarta ocasión para gusto y beneficio de niños, jóvenes, padres y profesionales de la escritura y promoción lectora.

      Me emociono alegremente cada que esta celebración se acerca porque creo que difundir la lectura, en especial la dirigida a nuevos y jóvenes lectores es de suma importancia para el desarrollo y futuro de una nación. Saber que hay una FILIJ y miles de personas son nutridas y armadas anualmente con ideas, palabras nuevas y herramientas para explorar la creatividad me llena de total felicidad.

      Lamentablemente esta alegría la he expresado siempre desde lejos, pues carecía de los recursos económicos para hacer el viaje y cubrir gastos de hospedaje, alimentación, talleres y por supuesto compra de libros. Hasta la fecha no ha cambiado mi situación económica bastante, pero este año un evento fortuito me va a dar la oportunidad de visitar por primera vez a la FILIJ:

       Resulta que varios meses atrás me atreví a enviar una novela al concurso Barco de Vapor, certamen que premia anualmente la creación de obras que muestran gran calidad literaria en libros para niños. Antes de que empiecen a buscar mi nombre entre los resultados del concurso o se pregunten dónde pueden comprar mi novela (¡Seguramente!), permítanme decirles que no gané.

      Por supuesto, como a todo escritor que envía obras a concursos y no gana, pasé por una "depresión exprés" (unos 10 minutos de sentirme como un vil fracaso y de buscar por Google al afortunado ganador diciendo ¡¿Quién es esta persona?!, ¡Si ya tiene varios publicados! ¡Ni siquiera lo conozco! ¡No lo voy a comprar cuando salga! Seguido por otros 5 minutos de rabieta silenciosa donde amenazas ya no escribir y ya no enviar nada a concursos porque nunca ganas dado a que no aprecian de tu talento y habilidad narrativa. 5 minutos más para dar un suspiro de consolación porque participaron ciento y tantas otras obras que tampoco ganaron nada y ahora tienes ciento y tantos compañeros escritores con los que te puedes relacionar. Hay algo de honor en la comunión a través del fracaso. Al final un minuto de penosa autoestima donde decides aplaudir la elección de los jueces, no darte por vencido e intentarlo de nuevo próximo año con una nueva obra que de seguro, ahora sí, te va a otorgar el deseado premio... pero probablemente no).

      Había ya pasado todo este proceso de duelo y unos cuantos meses más cuando me llega un correo de CONACULTA felicitándome porque mi novela, aunque no había ganado, sí había obtenido el nivel de finalista. Por ende estaba invitada a participar ¡becada! en los talleres de profesionalización de la FILIJ.

      Querer ir a la FILIJ y ser invitada a la FILIJ es algo muy diferente y amerita agradecer e intentar aceptar la invitación. Después de brincar como personaje colegiala de película manga por toda la sala, acepté cordialmente el honorable convite y puse manos a la obra para reunir los recursos económicos que me ayudaran a llegar al Olimpo de la LIJ en México. Tres claros objetivos: Transporte (los especiales de Volaris), hospedaje (dos o tres estrellas basta), alimentos (OXXOs hay por todos lados) y recursos para comprar uno que otro libro (soy débil, tendré que vender un ojo en Tepito).

      Resulta que hago ilustraciones en mis tiempos libres y, como uno tiene que aprovechar lo que sabe hacer; realicé tres obras que subasté a buenos amigos y familiares, vendí mis alebrijes y cuentos para colorear, conté cuentos y di talleres de narración oral aquí y allá. Otros cuantos buenos amigos donaron desde su bolsillo y su corazón y a todos les estoy enormemente agradecida.


      El avión quedó cubierto y al empezar la movilización para el segundo y tercer objetivo recibí la noticia de que el hospedaje, el desayuno y la cena en el DF estaban cubiertos también por mis anfitriones. ¡Borges es grande! pensé brincando de nuevo en la sala.

      Y así, a solo cuatro días de emprender el viaje Tijuana-Ciudad de México, me siento lista para nutrirme de una semana llena de conversaciones sobre estructuras narrativas, herramientas de escritura creativa y estrategias novelísticas con compañeros mediadores y líderes creativos como Alberto Chimal, Bart Moeyaert, John Marsden, Barry Cunningham, Verónica Murguía y Jairo Buitrago. Sin mencionar a los que de seguro me encontraré iluminando los pasillos y los locales editoriales durante la feria.

     Estoy segura que me será de bastante beneficio. Quien quite y gane el premio Barco de Vapor próximo año… pero probablemente no.

¡Nos escribimos en la FILIJ!

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