miércoles, 18 de agosto de 2010

Agradezco a revista "L de Lectura" la entrevista realizada. La presento a todos con mucho gusto:

Inicié en el ámbito de la promoción como todos, contando una historia leída, prestando un libro, regalando otro. Aunque ahí no me sentía promotora, sino entusiasta. Ser un promotor, entendí después, requiere técnica, paciencia e ingenio para no sólo ofrecer lecturas, sino invitar a leer, crear y mantener lectores.
Estudié Lengua y Literatura en la
Universidad Autónoma de Baja California (uabc), en la ahora Facultad de Humanidades. La oportunidad de unirme al mundo de la promoción llegó en el año 2004 como promotora de la sala de lectura infantil del Centro Cultural Tijuana. También fue mi incorporación formal al programa de Salas de Lecturas Comunitarias, donde acepté orgullosamente mi dotación de 100 libros que he promovido en Tijuana, dentro de instituciones educativas, en asociaciones civiles y en la calle donde vivo. Esta buena experiencia se convirtió en una maestría en Promoción de la Lectura y Literatura Infantil a través del Centro de Estudios de Promoción de la Lectura y Literatura Infantil de la Universidad de Castilla La Mancha, y creo que sólo es el comienzo.
Me encanta trabajar con lectores jóvenes, todas mis actividades tienen su eje en ellos. Aunque he dado talleres a adultos, disfruto más mi labor en grupos infantiles. Actualmente desarrollo actividades que promueven la creación y disfrute de la poesía en el Centro Cultural "El Tecolote". Me gusta ver el cambio de los chicos: entran al taller con desconfianza y salen, una hora después, sorprendidos de sus propias creaciones. Descubren que también son parte de la creación literaria y, como los grandes escritores, merecen ser leídos.
He procurado mantenerme conectada a la promoción lectora en mi región. Recientemente me incorporé a una nueva generación de coordinadores de salas de lectura de Baja California. Fue una grata sorpresa descubrir que entre ellos ya se había creado una animada labor comunitaria: muchos ya visitaban las salas o espacios culturales de compañeros estatales para ofrecer talleres, lecturas o apoyos, en espera de que hicieran lo mismo por ellos. A diferencia de ese "juego de las sillas" del mundo de la política y de la cultura, aquí observé un espíritu de compañerismo digno de ser duplicado en el país.
Como todos, he sentido desánimo por el desarrollo del programa lector. El tortuguismo, la desidia, la falta de comunicación o escasez de recursos, son enemigos y obstáculos que el promotor debe librar en múltiples momentos. Regularmente, tienden a rompernos, pero algunas veces nos hacen más fuertes.
Uno de esos obstáculos —librado por mí y por todos los que leen esto — es el de vincular tecnología y libro. No se trata sólo de aceptar que los libros también están en la computadora, o que debemos intentar despertar el gusto lector en la generación "copy-paste". Es ineludible mantenerte informado de todas las actualizaciones y novedades del libro electrónico (Kindle, e-Book, I-Pad), ver qué puedes sacar de provecho de You tube, My Space, Facebook, Twitter, infinidad de blogs y sinfín de adjuntos que se enredan en el simple triángulo promotor-libro-lector y te hacen sentir más informado y moderno, o desconectado de todo. Eres partícipe, o quedas obsoleto.
Mi blog nació como un desahogo y una necesidad por llenar los largos vacíos de comunicación entre los promotores de lectura bajacalifornianos. He procurado ofrecerlo como espacio abierto para ellos y para todo el interesado en el fomento cultural.
En Tijuana, como en todo el país. Sufrimos los efectos de la recesión americana: baja de salarios e imposibilidad de cubrir gastos hipotecarios. Aquí y allá empezaron a desaparecer familias y a rondar los fantasmas del abandono. En mi fraccionamiento residencial una casa quedó abandonada y, poco a poco, empezó a deteriorarse. Sólo el esqueleto queda. ¿Qué hacer con tal irritación ocular? Propongo renovarla e intentar convertirla en un espacio comunitario cultural.
No es fácil. Pues no es prioridad de las urbanizadoras perder una casa de las miles que construyen diariamente. Pero no veo cómo un fraccionamiento residencial puede sobrevivir libre de vandalismo, robos o deterioro, si no se crean espacios culturales y de apoyo comunitario que promuevan sucesos de prevención contra la corrupción y ayuden a crear un programa de desarrollo sociocultural.
Como promotora, hay un compromiso hacia la comunidad: ofrecer lo mejor de la sociedad, aun cuando ésta se encuentra en momentos precarios. Por eso somos promotores y no escritores: hay en nosotros un instinto comunitario, el deseo de ayudar.
Nota original publicada en:
Hoja de vida. L de Lectura.

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