La primera feria del libro a la que asistí fue a la Feria del Libro de Tijuana en el año 2001 (Sí, empecé tarde). Recuerdo bien fue el año en que Elena Poniatowska se presentó dentro de la carpa literaria en plena histórica Avenida Revolución y juntos le cantamos las mañanitas celebrando su pre-cumpleaños. Recuerdo que yo abrí el coro y eso me ganó un libro dedicado por la autora.
He continuado mis andanzas por la Feria del Libro de Guadalajara Jalisco y más reciente por LéaLA de Los Ángeles California. También (si ampliamos el rango de material lector, y creo que es totalmente válido) mencionaré la fiesta de los comics mundialmente conocida como ComiCon de San Diego. Lugar que me tocó visitar por primera vez en el año 1996, dónde conocí a Stan Lee e infinidad de personas disfrazadas de los súper héroes a los que él mismo había dado vida.
Adoro las ferias. Es para mí y creo que para todos nosotros lectores, el equivalente a entrar a un templo sagrado a rendir homenaje a los dioses literarios. Algunas veces, como si le preguntáramos a la pitonisa del oráculo de Delfos, llegamos buscando respuestas a nuestras interrogantes leyendo la vida de personajes inolvidables.
En otras ocasiones asistimos para hacernos una limpia que nos deshaga del hechizo de algún pseudolibro que nos atrapó con promesas de riquezas, juventud y bienestar emocional. Todo lo contrario lamentablemente, pues no existe ningún secreto hacia la fortuna, el caldo de pollo solo es para la panza y, como bien dice Benito Taibo: La única razón por la que el monje vendió su Ferrari es porque se compró un Lamborghini. Por fortuna principalmente asistimos por placer y terminamos descubriendo algo de nosotros mismos que nos era desconocido.
En otras ocasiones asistimos para hacernos una limpia que nos deshaga del hechizo de algún pseudolibro que nos atrapó con promesas de riquezas, juventud y bienestar emocional. Todo lo contrario lamentablemente, pues no existe ningún secreto hacia la fortuna, el caldo de pollo solo es para la panza y, como bien dice Benito Taibo: La única razón por la que el monje vendió su Ferrari es porque se compró un Lamborghini. Por fortuna principalmente asistimos por placer y terminamos descubriendo algo de nosotros mismos que nos era desconocido.
Mis libreros en casa hospedan varios libros comprados y autografiados en las ferias. Entre mis más preciados están “La noche de Tlatelolco” de Elena Poniatowska, “Polvo” y Persona Normal” de Benito Taibo, “La peor señora del mundo” de Francisco Hinojosa, y “El desfile del amor” de Sergio Pitol. Tiemblo de emoción pensando cuantos llegarán en el futuro.
Las ferias del libro, sean escolares, regionales o internacionales, son espacios de encuentros entre lectores con lectores, lectores con escritores y viceversa, pre-lectores con libros y lectores con el yo interior del que no tenía idea existía.
También son espacios de descubrimientos y oportunidades para que los autores regionales presenten su obra ante sus compañeros ciudadanos, y permite que el intercambio de ideas se presente libremente entre los pasillos y salones de conferencias.
Por último (aunque ciertas personas que creo no alcanzaron a
llegar a este punto del artículo dirían es lo primero), la feria del libro es
un evento que se dedica a la venta de libros de intereses variados, intereses
desconocidos y ediciones de obras no encontradas en la librería local.
Para que una feria se consolide como tal es necesario un equilibrio entre equipo de coordinación, libreros, instalaciones, publicidad y ánimo del público. Es un vals bastante delicado donde una metida de pata (como el reciente desgarre muscular que tuve en mi pantorrilla a pocos diez minutos previos a la semana de talleres en el pabellón infantil) puede arruinar preparativos de once meses previos.
El éxito de la última feria del libro fue gratificante. Se
superaron las expectativas de asistencia, se mejoró la oferta editorial, se
lucieron con la ubicación y en general fueron mucho más abundantes los
comentarios positivos que los negativos. Siempre hay una piedrita en los
frijoles y se agradece pues nos mantiene con los pies en la tierra.
Por esto y mucho más proclamo entonces hoy y por siempre:
¡Que vivan las ferias del libro para que
la gente viva!
1 comentario:
Para todos los que nos gusta la literatura, es interesante tener la posibilidad de ir a las ferias del libro, en donde se pueden encontrar distintas ofertas y la posibilidad de conocer a los autores. Cada año tengo la posibilidad de ir a la feria del libro, sin embargo como cuando se realizaba la ultima feria, pude obtener promociones en pasajes, no pude asistir a la misma
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